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Matteo Mancuso sobre la improvisación.

El pasado miércoles 22 (no he podido ponerme a escribir esto hasta hoy) tuve el placer de asistir al clinic que impartió Matteo Mancuso en Barcelona, gracias a que mi alumno Toni me dio el soplo -a su vez, él se enteró a través de otro alumno mío, David- así que lo primero, gracias a ambos.

Yo llevaba ya unos años flipando con este chaval. Todavía no ha sacado su primer disco (aunque saldrá creo que el 21 de Abril), y ya ha revolucionado el mundo de la guitarra eléctrica. Para empezar, porque ha llamado la atención de uno de los mejores guitarristas del mundo, Al Di Meola, y también ganó popularidad al ser mencionado por Tosin Abasi. Para seguir, porque ha inventado su propia técnica de mano derecha, que consiste en una combinación de dos técnicas: por un lado, la empleada para el bajo (en los momentos más basados en escalas) y por otro, algo parecido, pero no igual, a la técnica de guitarra clásica (para movimientos más verticales, como arpegios).

Ahora mismo tiene 26 años, y lleva tocando desde los 10. Tiene un vídeo con unos 16 años, no más de 18, interpretando un tema de Paul Gilbert a la absoluta perfección. La primera vez que yo lo escuché fue improvisando sobre Donna Lee, y me voló la cabeza (de hecho transcribí y analicé mucho este solo, aquí podéis descargar mi transcripción a frase por línea), atención a cómo tocaba Matteo hace 5 años:

En fin, que sin haber sacado aún un disco, y con solo 26 años, ya tiene un patrocinio con Yamaha Musical Instruments, 135.000 suscriptores en su canal de Youtube, y ha tocado con el mismísimo Di Meola. Y es un éxito bien merecido; un guitarrista así sale como mucho una vez en cada generación.

Quería hacer una entrada en el blog sobre un par de cosas que dijo que me llamaron la atención. Tuve ocasión de preguntarle sobre su elección de notas. Quería saber si su forma de improvisar se basa más en ir imaginando fragmentos melódicos en tiempo real (tuve un profesor que era un absoluto fanático de esta idea), o en recursos compuestos y memorizados previamente, no necesariamente licks, sino también pequeñas «piezas», como por ejemplo una secuencia, o un pequeño paso cromático de una nota a otra de un acorde, o un arpegio con desplazamiento de octava… Otro asistente al clinic le hizo una pregunta parecida, que no recuerdo exactamente pero que aportó un matiz importante a la mía, y gracias a él pude combinar sus dos respuestas y hacerme una idea de lo que quería saber.

Nos respondió que en realidad, para él era una combinación de las dos cosas (imaginar música y tocar guiado por el oído + tener una serie de recursos melódicos previamente memorizados y practicados), aparte de haber tomado ejemplos concretos (licks) de otros músicos como Pat Metheny, Frank Gambale y Charlie Parker.

Hay gente (entre ellos, el profesor fanático al que aludía antes, del que aprendí mucho, que conste) que afirma que toda la música que toques debería salir de lo que estás imaginando en ese momento, lo cual me parece una excelente práctica, y una forma realmente bonita de abordar la improvisación, pero siempre me ha surgido un problema a la hora de aplicarla: requiere un pensamiento consciente, y a ciertas velocidades, este tipo de pensamiento es demasiado lento como para procesar todo lo que pasa en tiempo real. Pensar música no deja de ser pensar, por mucho que no sea tan lento y frío como imaginar fórmulas, escalas y nombres de notas. Improvisar también requiere dejarse llevar, apagar el pensamiento por un rato, y ponerse en manos del «piloto automático» (a quien Mancuso se refiere como «memoria muscular»), que sabe reaccionar más rápido que tú.

Por otro lado, los hay que dicen que deberías pasarte la vida memorizando licks y transcribiendo solos, y huelga decir que pese a los muchos beneficios que estas prácticas aportan, soy muy contrario a esta idea: para mí, un solo improvisado es algo más que un simple «puzzle» hecho a base de fragmentos de otros.

Habría una tercera postura, que es la de quien se juega todo a la técnica, así que basa casi la totalidad de su práctica en escalas, mecanismos, secuencias y arpegios. Esta forma de abordar la improvisación es tan obviamente incorrecta que no pienso ni rebatirla. Todo el que lo hace así, acaba bajándose del burro precisamente porque por muy buena técnica que haya llegado a tener, ve que no acaba de sonar como quisiera, y que todo lo que toca suena a ejercicio de digitación.

Matteo Mancuso, que de esto sabe bastante más que todos nosotros juntos, dice que siempre que puede imaginar música y tocar lo que oye internamente, lo hace, pero que eso sólo es posible cuando toca a velocidades relativamente lentas. A partir de cierta velocidad, sólo da tiempo a pensar en cómo empieza una frase, y apuntar hacia dónde acaba, y entre medias sólo puedes confiar en tu «memoria muscular» y en saber dónde están las notas correctas, así que ahí es donde tiras de licks, escalas, arpegios, secuencias, y todas las cosas que has practicado y memorizado de antemano. De hecho, llegó a referirse a la parte intermedia de una frase como «all the shit in between (toda la mierda entre medias)».

Dijo otro par de cosas que me llamaron la atención, por ejemplo que trata de escuchar mucha música que no esté compuesta para guitarra, para que su lenguaje no acabe delimitado por el instrumento. Un poco en la línea de Ritchie Blackmore (le mencionó como uno de sus primeros guitarristas favoritos), cuando dijo que hay que transcribir solos de saxofón, ya que «el saxofonista medio es mucho mejor músico que el guitarrista medio».

Realmente habló sobre otro montón de cosas interesantes (sus métodos de composición, su técnica, su historia con la guitarra y su proceso de aprendizaje) pero como en algún momento tengo que acabar esta entrada, voy a mencionar algo que dijo cuando hablaba sobre el bajista con el que toca en su trío (que menudo maquinón). No lo tengo grabado palabra por palabra, pero el mensaje era algo así:

«Creo que es importante tocar con amigos, con gente con la que te entiendes bien. Sale mejor música así».

Pese a que muchos discos geniales los han hecho personas que se odian, y aquí me vienen a la cabeza Led Zeppelin, The Eagles, Deep Purple, y casi cualquier cosa en la que hayan estado Michael Schenker o Yngwie Malmsteen, no podría estar más de acuerdo con Matteo.

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